Este verano se estrenó en los cines de nuestro país la última película de Pixar. Un film que tiene el honor de haber inaugurado el Festival de Cannes y una compañía premiada estos días en la Mostra de Venecia. Este año, en los Oscars habrán 10 películas nominadas para que así puedan haber candidatas fantásticas o de animación. No me extrañaría que Up estuviera entre una de esas 10 nominadas.
Estamos ante una película de animación/aventuras que mezcla la melancolía y la tristeza con el surrealismo y la acción. La película nos presenta al inicio documentales del cine clásico de los años 30. Podríamos estar ante cualquier película de aventureros, al estilo Clark Gable o Errol Flyn. Entre la proyección en el cine de estos films, se intercala la cara de fascinación del protagonista, Carl. Por si esto no era suficiente, Pete Docter y Bob Peterson nos recalca la emoción de vivir una gran aventura del protagonista a través de sus gafas y su casco de aviador y su diario de aventuras. Pero estos momentos en los que el protagonista sueña despierto, dan paso a un repaso por todo lo que será su vida. En sólo cinco minutos, veremos cómo su vida evoluciona: se casa, no puede tener hijos y su mujer acaba muriendo de anciana. Una música recorre estos momentos totalmente melancólicos y profundamente dramáticos. Finalizada esta evolución temporal, encontramos al protagonista ya anciano viviendo rodeado de obras por no querer vender su casa. Es en ese momento cuando aparecerá un joven explorador que quiere ciudar de él.
Después de una serie de problemáticas con los obreros y ante la orden de que ha de ser ingresado en una residencia, el viejo Carl decide vivir la gran aventura que no ha podido vivir en su vida. Para ello, engancha miles de globos a su casa y emprende un viaje hacia la catarata que siempre ha soñado. El pequeño explorador le acompañará, ya que estaba escondido en la entrada de su casa. A partir de este momento, se inicia el viaje surrealista, en busca de cumplir un sueño que nunca ha podido vivir. El inicio del viaje estará marcado por el desencuentro entre el niño bondadoso y el viejo gruñon.
Recordando, Wall-E, penúltimo estreno de Pixar, hay claros paralelismos. Ya hemos comentado ese inicio melancólico, las referencias al cine clásico o esa segunda parte de película más surrealista. Otra de las grandes similitudes, son los largos silencios del inicio de cada película. Pero, creo que la gran diferencia es que la melancolía de Wall-E se extiende durante una hora y el contexto del año 2700 no parece tan surrealista como el de Up. Wall-E es más humano que robot, por lo que conecta con el público desde el principio hasta el final, rasgo que queda más diluida en la película de Docter. Si Up nos enseña que el paraiso tiene sus dificultades y no es perfecto, Wall-E nos narraba un mundo gris fruto de la actuación del ser humano.
Retomando el tema de la melancolía, Wall-E nos narraba un personaje futuro fascinado por cosas de nuestro pasado. Up nos remite a un personaje en el presente (Russell, el niño), que le recuerda a Carl su pasado. Lo que sucede es que después de ese recuerdo y cuando los dos buscan esa aventura surrealista, el discurso adquiere un tono bastante infantil. La lucha por salvar a ciertas clases de animales, esos perros parlanchines o ese encuentro de Carl con el aventurero al que admiraba cuando era pequeño, que ha dejado de ser su héroe para convertirse en su gran enemigo. Por todo esto, reconozco otra buena apuesta de cine para todos los públicos de Pixar (estas películas de animación que cada vez se dirigen a un público objetivo más amplio), pero creo que la segunda parte de la película pierde muchísima fuerza. En Wall-E creo que también perdía, pero ese maldito robot ya había logrado que el espectador se sintiera identificadísimo con él. Y sólo pronunciando su nombre.
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UP: Mejor desde la melancolía que desde el surrelismo
Posted by : david gil on
viernes, 11 de septiembre de 2009
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1 comentarios:
A mí me parece una de las mejores películas de este 2009, y los primeros 10 minutos a mí ya me pagaron la entrada, que tal y como está todo, ya es más que suficiente. La vi en Kinépolis Valencia en 3D y la verdad es que el plus de la tridimensionalidad no le aporta nada a la propuesta.
Eso sí, me gustó más Wall·e, la verdad.
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