La producción de Cleopatra: los números rojos acecharon a la Fox y a la salud de Mankiewicz

La Fox intuía que Cleopatra se podía convertir en un gran éxito, ya que en 1960 el cine de época estaba en pleno auge. Así, que buscaron a un productor para abordar una superproducción. El elegido fue Walter Wanger, que había ganado un Oscar por Juana de Arco y siempre había soñado con producir esta historia. Una vez aceptado el cargo, un buen día volvió a casa y se encontró a su mujer acostándose con su agente, por lo que no dudó en coger una pistola y disparar a los testículos del amante de su mujer. Tuvo que cumplir una condena por intento de asesinato de varios meses. Pero la Fox no encontró nuevos productores, así que se esperó a que Wanger saliera de prisión. Una vez se puso al mando del proyecto, se dio cuenta de que no era la película que siempre había querido dirigir. Así que se decidió por contratar a actores de renombre y hacer grandes decorados.
El poder de Liz Taylor
La actriz que eligió para el rodaje fue Elizabeth Taylor. No obstante, la actriz no quería el papel, así que cuando recibió la propuesta, hizo una oferta imposible: no rodar en Estados Unidos, cobrar un millón de dólares, que se contratara a su marido (Eddie Fisher), rodar con un tipo de objetivos concretos... La sorpresa fue que Wanger después de escuchar sus deseos le dijo que estaba hecho.
El reparto se completó con Peter Finch, Stephen Boyd y Keith Baxter. Para dirigir el film se pensó en Rouben Mamoulian. El equipo se desplazó a Londres y se construyeron todos los decorados. La sorpresa para el director, fue que el guión no estaba adaptado. No había diálogos en todo el guión, era una película muda. Entonces se decidió contratar a Nunnally Johnson, que era uno de los guionistas más importantes de Hollywood. Pero esta decisión no se le consultó al director, que cuando vio al guionista en Londres, no quiso saber nada de él. Así, Johnson se marchó, pero antes cobró los 140000 dólares del contrato.

A finales de los 60, parecía que todo estaba previsto para comenzar a rodar, pero una inoportuna neomonía dejó a Liz Taylor en un hospital. El rodaje no podía comenzar sin la actriz. Pero mientras se le esperaba, la lluvia fue destruyendo alguno de los decorados, que tuvo que volver a rehacerse.
En enero del 61, Elizabeth Taylor se recuperó y, por fin, podía iniciarse el rodaje. No obstante, las primeras chispas entre la actriz y el director saltaron enseguida. El conflicto deparó en un todo o nada. La actriz se negó a aparecer hasta que se despidiera al director, y éste quería que se cambiara de actriz. Liz Taylor venció y propuso como nuevo director a Mankiewicz, con el que venía de trabajar en De repente el último verano.
Mankiewicz al mando
La primera decisión de Mankiewicz fue que se abandonara Londres. Era lo más lógico. El Sol de Egipto era difícil encontrarlo en la capital del Reino Unido. Así, como no se podía volver a Estados Unidos, todo el equipo se desplazó a los estudios de Cineccità, en Italia. Después, se cambiaron a los actores: Rex Harrison y Richard Burton eran los nuevos protagonistas. Otros pasos importantes, fueron la reconstrucción de todos los decorados y la reelaboración del guión. Como también se puede deducir de esto, el rodaje se volvió a retrasar. A pesar de retraso, a Mankiewicz no le dio tiempo a reelaborar todo el guión, por lo que como no había tiempo que perder, se optó por escribir y rodar sobre la marcha.
(Trailer de Cleopatra, en inglés)
(Trailer de Cleopatra, en inglés)
Los productores de la Fox empezaron a presionar, ya que en esos momentos, Cleopata ya era la película más cara de la historia hasta entonces, y no se había rodado ni una escena. Esto, unido a la huelga de figurantes femeninas, que protestaron porque los italianos les acosaban al ir muy descubiertas, propició otro retraso.
Cuando las cosas se estabilizaron y todo parecía que sería normal, saltó la bomba. Elisabeth Taylor y Richard Burton se liaron. Lo que convirtió el estudio en una constante plaga de paparazzis. Además, los dos actores empezaron una guerra, y se hacían la vida imposible. Es decir, Burton se tiró a la bebida, Taylor había días que no aparecía, no interpretaban bien sus personajes... La prensa empezó a atacar a la actriz e, incluso el Vaticano elaboró un comunicado en el que se decía que todo buen católico no podía ver sus películas porque era inmoral. La Fox temblaba, porque la película podía convertirse en una bomba, pero la gente adoraba a Elisabeth Taylor.

Cuando quedaba poco para acabar con el rodaje, se le pidieron las cuentas a Wanger, que éste intentó falsificar. La productora lo descubrió y decidió despedirlo. Él no se quería ir, porque Cleopatra era su sueño, por lo que se pagó el resto de la estancia.
La postproducción
Zanuck, presidente de la 20th Century Fox, pidió un millón de dólares para acabar el rodaje de El día más largo, pero la compañía se lo negó porque todo el presupuesto iba destinado a Cleopatra. Entonces, exigió a Mankiewicz que acabara el rodaje de inmediato. Cuando Zanuck pudo estrenar El día más largo, consiguió dinero para poder retrasar el estreno de Cleopatra.
Mankiewicz quería hacer dos películas de tres horas de duración cada una. La primera sería César y Cleopatra y la segunda Marco Antonio y Cleopatra. Zanuck se negó, ya que la relación entre Taylor y Burton estaba en plena efervescencia, por lo que retrasar la película en la que aparecía el actor era inviable. Mankiewicz hizo caso y montó una sóla película, que duraba seis horas y media. Evidentemente, lo que hizo fue pegar las dos. Zanuck furioso le despidió y dijo que él mismo acabaría el montaje. A los dos días no tuvo más remedio que volver a contratarlo. La primera reducción de la cinta, dejó a la película en cinco horas. Aún seguía siendo demasiado larga. Desde ese momento, el director supo que la película no iba a ser lo que el quería, y tuvo que dejarla en cuatro horas.
Por fin, en junio de 1963, se estrenó la película, que fue un éxito en taquilla. Pero el éxito tuvo una recaudación de 14 millones de dólares el pimer año, por los 44 que costó en total.
Concluyendo, la 20th Century Fox tuvo que producir películas de serie B en los siguientes años para poder subsistir, hasta el éxito de Sonrisas y lágrimas. Pero peor le fue a Mankiewicz, que ya acabó el rodaje fue castigado y recurriendo al uso de drogas para calmar sus ataques de nervios, ya que se pasó cinco años sin dirigir ninguna película más.
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