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Ron Howard es un director que lleva más de treinta años dirigiendo películas. Durante este recorrido, se ha enfrentado a todo tipo de films, comedias, dramas, thrillers, aventuras espaciales... En medio de sus megaadaptaciones de Dan Brown, la insulsa "El código da Vinci" y "Ángeles y demonios", el director obtuvo cinco nominaciones para los Oscars, por "El desafío: Frost/Nixon". Es ya sabida la relación de Howard con la television, ya que dirigió una serie de telefilms en los 70 y los 80, y también es conocido su interés por el periodismo, que nos mostró en la mediocre "The paper: detrás de la noticia". En esta ocasión nos presenta una visión del debate que mantuvieron el presentador británico de "talk-shows" en Australia, David Frost, y el ex-presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon. Al principio, la película se centra en el funcionamiento de la televisión. El presentador busca y no encuentra financiación por lo que pone su dinero en juego. Cuando convence a Nixon de que vaya a la entrevista, empieza el combate. Durante cada uno de los enfrentamientos, saldrán a relucir los temas más comprometidos del mandato del ex-presidente, conflictos, Vietnam, hasta llegar al Watergate.
(entrevista a Ron Howard)
La película no busca adentrarse en el escándalo del Watergate, sino que busca una contundente deshumanización de Nixon. Durante cada una de las entrevistas, veremos como Frank Langella se va defendiendo perfectamente, gracias a los consejos de sus asesores, y consigue transmitir cordura, temple y convencimiento a los espectadores. El personaje de Frost, se va desencajando conforme avanza la película y, presionado por su inversión económica, poco a poco va quedando más debilitad
"El mayor legado de Nixon a la Historia Política es que todo escándalo político recibe el sufijo -gate" (Ron Howard)Pero una simple conversación telefónica antes del último asalto cambia el combate. Monólogo de un Nixon desconocido, ante el oído de Frost. Esta conversación le valdrá al presentador para ver un atisbo de esperanza, investigar y asestarle un crochet de izquierdas en la última y definitiva entrevista, para que el ex-presidente acabe sumido en la soledad a la que le han llevado sus actos. Actos por los que David Frost le acabó pisoteando.
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